jueves, 20 de enero de 2011

Rolando del Porto, alias Rolando el dibujante




Cuando hablaba con Rolando del Porto siempre terminábamos bromeando con citas de poemas ridículos o letras de tango. La última vez que lo vi yo acababa de firmar mi renuncia y él me acompañó sonriente a esperar el ascensor. Nos dimos un buen abrazo –los dos sabíamos que si yo no trabajaba en publicidad, no nos veríamos en un buen tiempo-, y después me despeinó con la mano mientras decía:
- El día que decidas ser calvo, llamame, que te enseñaré a pintarte pelo en el espejo...  Y no te pierdas, Juancito.

Oí que el ascensor se abría detrás de mí y le respondí parafraseando unos versos de Andrés Eloy Blanco:
- No te diré adiós, no te diré hasta luego. Me iré caminando de espaldas para que creas que voy a volver. 

Y así lo hice. Sin dejar de observar a Rolando entré caminando de espaldas al ascensor y entonces choqué con un tipo que venía de comprarse un café con leche en la máquina del piso de arriba. Pidiendo disculpas y todavía con el brazo chorreando líquido, vi a Rolando por última vez, cagado de risa al otro lado de la puerta del ascensor que se cerraba.
- Juancito... ¡Qué boluuudo!



Durante el tiempo que has pasado leyendo este post, Rolando del Porto ya habría terminado de dibujar una viñeta y estaría comenzando la segunda. Era el lápiz más rápido de España y de medio planeta, y presenciar la tranquilidad y la fuerza con que dibujaba no era más que una de las razones por las que muchos lo llamábamos maestro. Cada trazo era como un certero golpe de kung-fú que se ha convertido en caricia después de años y años de práctica. Y mientras dibujaba podía hablar sin que le temblara el pulso y el sentido del humor. Contaba historias y chistes sin parar y encima, era capaz de hacer algo inusual en esta época: Rolando escuchaba a los demás.  


Rolando era un artista que llegó a trabajar con Alberto Breccia y que yo admiraba y consideraba mi Fontanarrosa personal. Tenía facilidad para la ironía y el piropo desalmado, y tenía buen gusto para los sombreros (usaba un Stetson marrón de ala ancha) y unos conocimientos increíbles sobre comics de los setenta y ochenta, los árboles frutales y las navajas francesas. Muchas veces traía a la oficina bolsas de ciruelas que recogía en su casa y un día que me vio demasiado triste, vino y me trajo una castaña de la suerte. La tarde en que me la dio comimos con Albert Coloma y entre los dos me sacaron del hueco. Después, cuando volvimos a la oficina, le pregunté si no era desesperante el hecho de pasar años y años dibujando storyboards para spots publicitarios donde casi todo el mundo aparecía sonriendo. 

Y Rolando se quedó serio por un momento y yo sólo pude imaginar las miles de sonrisas que habría dibujado en su vida, estuviera alegre, triste o con ganas de romperle una silla en la cabeza a alguien.     










Creo que Rolando podía dibujar casi cien viñetas al día. Algo inimaginable para la mayoría de dibujantes que he conocido en mi vida. Se sentaba con su mesita portátil, los lápices y las fotocopias con los marcos de las viñetas y ya no paraba. Una mañana noté que parecía molesto y le pregunté si le pasaba algo. Me mostró un lápiz muy pequeño y me dijo:
- Ya no hacen más los lápices 2B. Se han extinguido.

O eran lápices 3B o 5B, no lo sé, no lo recuerdo. Pero luego lanzó el lapicito y dio un manotazo en la mesa.
       - ¡Este es un mundo que se acaba antes de haberse terminado! ¡Un mundo de eyaculadores precoces!











Rolando era un artista que para vivir escogió un práctica muy extenuante y efímera: los storyboards. Me refiero a miles y miles de dibujos hechos a lo largo de una vida. Miles y miles de dibujos que se usaron y luego terminaron en una papelera. Dibujos desechables, de los que pareciera que no queda nada, ni de ellos ni de la persona que los dibujó. 

Vamos, en cierto modo, es coherente con la generosidad de Rolando que uno lo busque en google y no encuentre ni uno de sus stories. Pero a mí me da rabia y dolor que se haya ido sin que nos volviésemos a ver. Y bueno, guardaba estos dibujos suyos y con ellos quiero rendirle un pequeñísimo homenaje a una persona tan grande y maravillosa. Me da igual que él mismo me insulte desde el más allá.

Un abrazo a toda su familia y a todos los que lo conocieron y extrañan. 

Gracias por todo Rolando. Gracias, porque llevarte adentro es algo muy bueno. 
Y claro que sigo guardando mi castaña de la suerte.





13 comentarios:

Adriana dijo...

aww que triste que se haya ido, y que lindo que tu lo recuerdes asi. te adoro mi Juan

Juan Ignacio dijo...

Gracias Chase! Y sí, esto de que la gente se vaya te deja en tres y dos...

La KSB dijo...

SUperhéroe... este hombre era un genio. "¡Este es un mundo que se acaba antes de haberse terminado! ¡Un mundo de eyaculadores precoces!"
Qué hermosos sus dibujos, qué entrañanle tu añoranza

Juan Ignacio dijo...

¡Gracias KSB! No sabes como me gustaría recordar todas las frases que decía Rolando... ¿PARA QUÉ se nos quedan unas frases y otras se borran por completo?...

Y mi amigo el dibujante Albert Coloma ha leído el post y me ha escrito un e-mail que le agradeceré toda mi vida. Con su permiso, he extraído de su correo lo siguiente...

"Y Juancito, quería compartir contigo algunas aclaratorias o apuntes ridículos, que te escribo para que puedas completar la historia de Rolando...
- Alberto Breccia. Sí, claro que trabajó con él, jeje. ¿Sabes que fue su maestro? Supongo que sí, pero si no es así, ahí va el dato. Rolando se refería siempre a Alberto como su maestro. Tenía la sensación de que Breccia era para él, lo que él era para mí.
- Las minas que se quejaba por su falta de fabricación eran las 8B y, posteriormente, cuando hablaba contigo (por cronologia) debían ser las 6B. Actualmente, los dos dibujábamos con restos de 6B podridillos y con minas 4B de staedler que son las más blandas que fabrican ahora. Al maestro le tocaba bastante los cojones que le cambiaran el material sin más, sin razón aparente, sólo por que lo marcaba el sistema y el negocio. Él tenía sus herramientas pero, a pesar del refunfuño inicial, se adaptaba perfectamente a las nuevas más rápido que nadie... Por algo no sólo era la mano más veloz que jamás he visto... Sino una de las mentes más rápidas y más jovenes.
- La tasa media de dibujos eran 100 o 75 al día, en un buen día. 50 en un día normal. Pero su capacidad podía llevarlo hasta 200 dibujos. Triplicaba y más mi velocidad de ejecución.
Fin de las notas... :) "

makutienegato dijo...

juan, cada vez que visito tu blog me pasa lo mismo: me arrancas una sonrisa, me emocionas y remueves mi alma pero, sobre todo, me dejas pensativa..y eso me gusta. GRACIAS!!!

Juan Ignacio dijo...

¡Gracias a ti Maku-Rosa, por leerme y ser tan maravillosa!

MANEL y MARC dijo...

Me he quedado de piedra al saberlo...Nos hemos enterado por un compañero nuestro (dibujante, también)... Tuvimos ocasión de conocer al gran maestro Rolando, cuando ilustrábamos Danoninos en la agencia Vinizius. Qué buen rollo con él! Qué humildad...y simpatía..!! Tenemos un muy buen recuerdo.

Qué pérdida! Manel y yo le enviamos des de aquí un fuerte abrazo...seguro que lo nota.

Nuestro pésame también para su família y buenos amigos de él...como tú, Juan Ignacio.

Juan Ignacio dijo...

Gracias Manel y Marc!

Anónimo dijo...

Hola Juan,

Ayer hablábamos con mis padres sobre él y me dediqué a buscar por internet ...
He leído con pesar que Rolando se fue.
Una gran persona. Te cuento que lo conocimos con toda su familia un par de años que veranearon por Altafulla.
Me gustaría poder hablar con su familia, ¿puedes darme algún dato para contactarlos? Un saludo y gracias mil

Josep Giralt
jgiralt@alisupay.org

Anónimo dijo...

Hola Juan te cuento que conoci a Roli cuando era apenas un bebé en los brazos de mis padres que fueron dos de sus entrañables amigos...y me crié rodeada de sus dibujos de su jardin de su mamá Ivonne y de su papá Armando y Vivi su hermana hasta que se casó con Tachi....acabo de enterarme y no te imaginas todos los recuerdos que se me viene a la piel...no sé como decirselo a mi viejo que hablo el año pasado con él y estaba esperando setiembre que se va para allá para verlo....triste realmente...lo me dá un poco de alegría es saberlo..o imaginarlo con mi vieja y sus padres meándose de la risa....eran muy intensos muy muy divertidos y ese humor negrérrimo que porsupuesto yo heredé...y esa sabiduría y ese talento....si podes escribime... gaby melcon mi mail es melconx@hotmail.com saludos y gracias

Anónimo dijo...

Una de las primeras personas que conocí cuando llegué a Barcelona fue Rolando. Yo era un crío que recién me había bajado del avión y me venía a buscar la vida. Como él, aunque claro, él cuando llegó ya era un crack en Argentina. Él era de una generación de inmigrantes anterior, la de Rousselot, Carlos Rolando o Norberto León. Gente con un talento inacabable y que llegaron para enseñarnos a todos los que tuvimos la suerte de conocerles. La primera vez que lo vi le dije que quería ser "dibujante" y le enseñé mi carpeta. Me regaló unas viñetas de Storys que le habían hecho cambiar y que colgué en la cabecera de mi cama para intentar quedarme con algo de aquello que para mí era magia. Me contrató de ayudante de ayudante, para que "hiciera color" con los pasteles, luego él con la goma de pan le ponía las luces y con el lápiz de color los medios tonos. Siempre he pensado que me dio trabajo porque se reía conmigo. Porque me vio un pipiolo y como su generosidad era sólo comparable a su talento y me quiso echar una mano. Para mí fueron unos meses inolvidables y no exagero si digo que aprendí de todo y en cantidades industriales. Con el tiempo descubrí que más allá de lo que me enseñó sobre la goma de pan, los lápices bandos o como fijar el pastel, de lo que más me formó es en sentimientos, en generosidad, en alegría, en humanidad, en Los fines de semana me mandaba a ver a Ramón Casas y a Nonell al Museo de Arte Contemporáneo. Un día cuando llegué me pregunto. "Pibe, usted viene en Metro, ¿verdad?. ¿Y lo utiliza unas cuatro veces al día, verdad?. Dígame: ¿de qué color es un vagón del Metro por dentro?"... Lógicamente yo no tenía ni idea. Viajaba todos los días pero nunca me había fijado. "Lo mira y mañana me lo dice". Me dijo. "Si quiere ser dibujante tiene mirarlo todo: si no ve nunca va a poder dibujar. ¿No le parece?... remató. Ayer leí el post y me enteré. Me ha hecho muy feliz reconocerle al leer tu post. Lo demás es irremediable. Gracias a ti por contar cómo lo recuerdas. Y a él le doy las gracias por todo lo demás. Y le estaré agradecido toda la vida: Gracias Troesma. ¡Qué suerte he tenido de conocerte!;))

Anónimo dijo...

A finales de los 70 trabajando yo en Cusido Comella vino el maestro Rolando y nos deleito aproximadamente una hora de reloj sobre no recuerdo que pais lejano.
Le corte la verborrea preguntandole si havia estado alguna vez alli? Y respondio: !No! Pero en todas partes es lo mismo!...
Gracias por haverte conocido! Carles Peidro

Anónimo dijo...

el último día que vi a Rolando en la agencia no le abracé ni le achuché como solía hacer tantas veces... y no sé bien por qué no lo hice... y siento tanto no haberlo hecho... ojalá él pueda sentir mi achuchón, mi abrazo, mi cariño y mi gran admiración por él hoy, esté donde esté..