martes, 16 de octubre de 2007

El negocio de mi vida

Es de madrugada y ves a un hombre que se parece a mí. Lo ves corriendo con un maletín negro por la Plaza Rius i Taulet del barrio de Gracia, en Barcelona. Lo ves desesperado y tratando de llegar a la inmensa torre del reloj que está en medio de la plaza. Lo ves y hay algo que no cuadra, hay algo, un silencio imposible, un cambio de luz o quizás una sentimiento que parece robado del tiempo. Y entonces volteas y descubres que lo persiguen tres hombres vestidos como policías de paisano. No lo dudas ni un instante: son tres hawaianos que se dejaron sus taparrabos estampados y sus collares de flores en algún hotel de mala muerte, y ahora van vestidos como los típicos hawaianos que te encuentras en todas las discotecas y que parecen policías, en lugar de hawaianos.

Abres la boca cuando ves que uno de los hawaianos dispara un arpón, y entrecierras los ojos cuando ves el arpón enterrándose en la espalda del hombre que se parece a mí. El hombre pierde un poco el equilibrio, pero sigue corriendo y pasa de largo junto a la torre del reloj. Se acerca observándote y comprendes que se dirige hacia ti. Te abraza de manera muy brusca y jadeando te dice al oído:

- ¿Eres Joe Mashud?

- ¿Qué?... - Balbuceas, porque no sabes quién carajos es Joe Mashud.

Te entrega el maletín negro a la vez que su cuerpo se se derrite y empieza a caer al suelo.

- ¿Qué coño es esto? – logras decir mientras te arrodillas y desciendes al suelo junto a él.

- Adentro del maletín... Los planos secretos de la tabla de surf plegable... - responde el hombre y muere.

Otro arpón llega volando y se te clava en el pecho. Justo después sientes que uno de los hawaianos te arranca el maletín de las manos y escuchas sus pasos alejándose en la oscuridad.

Caes al suelo de espaldas y ya no te duele el golpe que te das en la cabeza. "¿Tabla de surf plegable? Era el negocio de mi vida...", alcanzas a pensar mientras sientes el sabor de la sangre en tu boca.

Y entonces miras la torre del reloj y aunque lo intentas, no llegas a ver la hora.



P.D: Joe, sigo pensando.