martes, 12 de mayo de 2009

La pistola de palabras II

- Salve a mi amigo, doctor, ¡sálvelo!
- Oye chamo, tranquilízate. Si quieres que salve a tu amigo, TE-ME-TRAN-QUI-LI-ZAS…
- Pero, ¿lo va a salvar o no?
- Claro, no ves que en este ambulatorio hay de todo. Tenemos suelo, techo, aire y una mesa que no se la han robado porque es de cemento.
- No se burle doctor, que mi panita está agonizando… Vamos pues, ¡muévase! ¡Haga algo! ¿Dónde guarda el equipo para operar?
- En el bolsillo. Mira: tengo hilo de pescar y una navaja suiza.
- ¿De verdad es suiza?
- No.
- Cooooño...
- Mucha queja y mucha guevonada, y a mi me huele que ustedes dos andaban en una vaina rara, drogándose, metiéndose comic sans en medio de la calle…
- ¿Nosotros? ¡Ta’ loco doctor! Mi pana y yo estamos en contra de la comic sans… Eso es una lacra social que hay que borrar de la tipografía latinoamericana…
- ¿De verdad? ¿Y por qué estás tan nervioso y hablando como si estuvieras en una propaganda antidrogas?
- Bueno, doctor… Fumamos un poquito de Helvetica, y eso no jode a nadie, ¿verdá?
- Sí, sí… Ayúdame a quitarle la chaqueta, el suéter, la camisa, la franela y la camiseta a tu amigo… Con este calor de mierda, ¿por qué coño se visten así?
- ¡Sálvelo doctor!
- Veeerga… Esta herida es un desastre. Chamo, cuéntame que pasó y cuéntame la verdá, ¿okey?
- Doctor, salimos de la casa y cuando pisamos la acera ¡TUM!, una palabra perdida hirió a mi amigo en el pecho…
- ¿Otra vez? Todo el mundo viene aquí con ese cuento de la palabra perdida.
- ¡Pero es la verdad doctor! Asómese por la ventana...¿Sabe cuántas palabras perdidas están volando sobre Caracas? Palabras sin dueño que ya nadie pronunciará, atravesando un cielo sin texto, rompiendo las nubes con su ceguera, solitarias y mortales, llenas de rabia al caer como una lluvia de pianos desafinados...
- ¡Ah no! ¡Eso sí que no! No te me pongas poético que te meto un navajazo… Te me callas la boca que vamos a ver que puedo hacer con esta herida… ¡Mieeeerda!
- ¿Qué pasa?
- Que no lo hirieron con una palabra… Le metieron una estrofa completa por el pecho.
- Usted es doctor, ¡contrólole la rima, aplíquele una aliteración!
- No es tan fácil… Esta estrofa es un tetrástrofo monorrimo.
- ¿Y qué?
- Pues que es una estrofa española del siglo XII que se compone de cuatro versos alejandrinos, o sea, de catorce sílabas, con rima consonante uniforme, repartidos en dos hemistiquios de siete sílabas, con pausa o cesura entre ellos… ¡Qué cagada! No puedo extraerla. No soy médico medievalista.
- ¿Y dónde encuentro yo a un medievalista?
- En una clínica privada.
- ¡No me joda! ¿Y pa' que coño es usted médico si no sabe extraer una estrofa de mierda?
- Un momentico chamo, un momentico ahí. Yo estoy especializado en rap y en copla llanera, con dos posgrados en contrapunteo. Y cuando yo estudié, la gente no se la pasaba disparándose poesía culta que no entiende. Oye, si al menos fuesen unos pentámetros yámbicos podríamos inyectarle unos acentos, pero...
- ¡Coño sáquele esa estrofa!
- Aunque se la saque ya no serviría de nada. Siento decirte que a estas estrofas las remojan en versolibrismo, y en este momento cada palabra está mutando en el interior de tu amigo.
- ¡No puede ser!
- Sí que puede ser. En los laboratorios hacen cualquier cosa con las palabras y en este país no se respetan las leyes de la métrica.
- ¡Hijo'e'putas! O sea que, mi panita ya está muerto…
- Sí.
- ¿Y qué vamos a hacer?
- Llamar a los de la morgue. Y mientras los esperamos, ¿te queda un poquito de Helvetica?


viernes, 8 de mayo de 2009

La pistola de palabras


-->

In memoriam Ateneo de Caracas


- No está mal, mi pana… Pero, si vas y te compras una pistola de palabras… No sé, mejor haber hecho una gran inversión y te comprabas una ametralladora de palabras de una buena vez, ¿no?
- No me ladilles… Sólo me alcanzaba para comprarme una calibre 22.
- De verdad que es chiquitica… Y es de producción nacional... Chamo, ¿me dejas disparar con ella?
- ¡Claro! Pero apunta a la pared, no sea que mates a alguien de un palabrazo.
- ¡Ni que trabajara en el gobierno! Bueno, voy a disparar… ¿Estás listo?
- Dale…

… … …... ... . . . . . .... .... . . ... . . ... …...

- ¡No sale nada! ¿Seguro que está cargada?
- ¡Seguro! Vuelve a apretar el gatillo…
- ¡Okey!... ¡Voy!…




… … … ve … … …ve ….ve.. ... ... ... ... ... .. ... ... . . . .... . . . ...... ... ...




- Ay chamo, esta vaina no sirve pa`nada...
- ¡Pues dame acá guevón!
- Espérate… ¡Déjame darle otra vez!... ¡Voy!




… … … Venezuela… … es… … … … … … ... ... ... …




- ¡Funciona! ¡Sigue apretando el gatillo!
- ¡Le estoy dando! ¡Le estoy dando!




…. …. …. … … … …... ... .. ... . . . . . ........ . . . . ... … … … …



- Que va, mi pana... No sirve. Estas pistolitas siempre se encasquillan con los adjetivos.
- ¡No joda! ¡Dame esa pistola! Ya vas a ver, aquí tengo una palabra con la que sí va a funcionar…
- Chamo, ¿qué estás haciendo con ese cargador? ¡Epa, eeepa! ¿De dónde sacaste tú esa palabra esdrújula? Mira que… ¡Y es un adverbio! No chaaamo, coño, verga, cuidao, que mira que están prohibidas en la calle y te pueden…
- ¡Ya cállate!
- Pero… ¡Chamo! ¡No! ¡No te apuntes en la cabeza!
- ¡No te me acerques!… ¡Se acabó está mierda! ¡Hasta nunca!


… … … ……… . . . . . . … … .. .. . . … . .. . . . . …. ..




-¡Coñoelamadre! ¡No funciona! ¡Mierda, mierda, mierda!...
- Tranquilízate mi pana... ¡Ya pasó!... Ya pasó... Todo está bien... Así es la vaina en este país...
- Pero…
- Es así y punto…
- Y ahora… ¿Qué nos queda?
- Pues… Seguir siendo lo que siempre hemos sido: dos sustantivos sin pistola.
- Con pistola o sin pistola… ¡Es igual!
- ¿Me lo dices o me lo preguntas?
- Coño… ¡Qué jodidas son las palabras!
- Y eso que no somos poetas.