Ante un fin de semana de bricolaje y el inevitable ambiente de fanatismo católico desatado que veré cerca de casa gracias a la visita del Papa a Barcelona, llego al trabajo y viene Albert y me muestra un libro sobre la vida de varios santos que encontró la otra mañana tirado en la calle. Lo abro y me encuentro con San Maximiliano Kolbe, un fraile franciscano al que mataron en Auschwitz...
Y milagrosamente, agrego otro oficio a mi lista de trabajos de ensueño: persona en el mundo que decide quién va a ser patrono de qué.
viernes, 5 de noviembre de 2010
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