Hay que despedirse de Manuel Caballero no sólo porque fue y será un hombre irrepetible, generoso, sabio y con un excelente sentido del humor. Hay que despedirse de él, sobre todo, porque da envidia imaginar las almas de los que tendrán la suerte de oírlo en el más allá.
Y también, de bolas, da envidia imaginar a los que oíran la voz de Enrique Morente.
El cielo no lo sabe, pero desde ahora, será más rebelde y feliz.
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2 comentarios:
Que bonito eso de que el cielo será más rebelde y feliz.
Saludos.
Lo de Manuel fue un golpe, pero la vida sigue
choza
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